Parece facil... y lo es...

Hace varios años mi corazón necesitaba servicio, por mas que buscaba y buscaba talleres, ni uno me lo dejaba como yo quería, siempre a los días le salía una falla, le tronaba algo y a veces olía raro, como a aceite quemado. Hace 30 meses me tope con un taller que daba garantía de por vida, bueno, eso decían los ojos de la encargada, yo esperaba que así fuera, a las horas fue dado de alta mi corazón, con cambio de aceite, bujías originales, las llantas calibradas y hasta un aromatizarte de ambiente. Se me hizo vicio y empecé a ir al taller todos los días para que le checaran las fallitas que le iban saliendo por el uso, poco a poco el taller fue levantando a mi corazón y creando un monstruo, hoy ya tiene rin de lujo, llanta ancha y palanca al piso, es un vicio difícil de olvidar, mi corazón ahora se volvió tan exigente y fiel que no puede estar un día sin ir a servicio, esperemos que este taller nunca cierre.